
INTRODUCCIÓN
Hace unos pocos años tuve el privilegio de realizar un artículo acerca del “Sumak Kawsay” o “Buen Vivir” en un libro sobre la nueva constitución ecuatoriana, coordinado por Alberto Acosta y Esperanza Martínez. En ese momento el movimiento social ecuatoriano y su nuevo gobierno representaban una gran esperanza latinoamericana, y mundial, de que por fin, muchos ideales precisamente de “buen vivir” –no centrado sólo en la lógica capitalista- pudieran empezar a ver un mayor “principio de realidad” en un orden social concreto. El propio gobierno ecuatoriano de Correa, del 2007 a agosto del 2013, daba razón de esta búsqueda coherente, con lo suscrito en la carta constitucional, al defender “dejar el petróleo enterrado sin explotar” a cambio de una compensación internacional por el 50% de los beneficios que la nación obtendría con esas explotaciones. Pero algo cambió el 15 de agosto del 2013, fecha trágica para los pueblos waorani, tagaeri y taromenane de la “zona intangible” del bloque 43 del Yasuní, para el pueblo ecuatoriano, para toda la biodiversidad de flora y fauna, de riquezas naturales allí existentes…para toda la especie humana.
¿Qué puede conducir a un gobierno, y sus aliados económicos y políticos, a dar un viraje tan radical en su política conservacionista en esa región luego de seis años de defensa de lo opuesto? La falta de memoria, coherencia, dignidad, democracia es de ellos, no del pueblo, aunque pretendan borrar todo esto “cambiando la realidad”. Las tácticas construidas desde el “empirismo lógico” –construir el “principio de realidad” desde un discurso-, apoyadas por los medios y la clase política, y no desde la objetivación empírica de lo real, no pueden sostenerse por mucho tiempo, y el poder debe recurrir entonces a la represión material y moral.
Decidir abrir de par en par la explotación petrolera–cuyas empresas tienen un nulo código ético y científico en todo sentido- en la “Zona de mayor Biodiversidad del planeta” situada en un “Parque Nacional” (1979), en una “Reserva Mundial de la Biosfera” (1989) con medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos desde 2006, en la “Zona Intangible” de Pueblos en Aislamiento Voluntario (1999), definitivamente que nos lleva, como decíamos antes, a reflexionar acerca de qué tan “humana es nuestra especie” en la actualidad. Konrad Lorenz, etólogo alemán y Premio Nobel, sostenía con buena razón, plenamente confirmada en esta decisión gubernamental del Yasuní, que somos todavía el “eslabón perdido”, o sea, la humanidad, en lo cultural y social, aún es un proyecto, un anhelo. Todos y todas sabemos que la Amazonía es el pulmón más grande de biodiversidad, en todo sentido, que le queda a la especie humana, para su sobrevivencia ¡ahora!.
Leer el informe completo en PDF: Informe psicosocial en el caso Yasunidos
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