Francisco Febres Cordero
Diario El Universo, domingo 17 de abril del 2011
Cuaresma. Época de arrepentimiento. De perdón. Por eso, el excelentísimo señor presidente de la República, imbuido de fe, dijo que olvidará la demanda que interpuso contra Emilio Palacio y los dueños de EL UNIVERSO si ellos, transidos de arrepentimiento, le piden perdón. O sea que esta Cuaresma le agarró durísimo al excelentísimo señor presidente de la República, que anhela ver cómo quienes pecaron contra él y se atrevieron a puntualizar sus errores, se arrodillan, se flagelan y se arrepienten de sus culpas. Entonces él, toda bondad y toda compasión, los absolverá y aceptará, por lo menos hasta la próxima Cuaresma, que sigan haciendo lo que siempre han hecho: escribir y permitir que el medio de comunicación informe, investigue y denuncie.
Sin embargo, si los penitentes se niegan a abjurar de todos sus múltiples pecados, entre los cuales el más grave consiste en no aceptar todo lo que sale de la boca del excelentísimo señor presidente, padre omnisciente que dicta a sus criaturas lo que es verdad y lo que es mentira, les sacará la perimbucha y les cobrará ochenta millones de dólares que irán a parar al reino celestial, donde los atesorará a su diestra y a su siniestra, libres de impuestos.
Por eso mismo, si es el perdón lo que el excelentísimo señor presidente de la República pide le sea tributado, él debe enseñar con el ejemplo y también pedir perdón a todos quienes ha ofendido a todo lo largo y ancho de su reinado.
Perdón a esos enfermos a los que no han sanado porque se malversó el dinero que debía servir para mejorar la salud de todos; perdón porque se compraron unas ambulancias caras y malas; perdón por los neonatos que murieron en lugares infectos y perdón porque a los niños, en lugar de termocunas, se los arrumó en cajas de cartón; perdón a quienes no tienen antirretrovirales para el sida.
Perdón, porque durante tantos años afectó a la honra de muchos al calificarlos con los términos más abyectos por el solo pecado de no engrosar sus huestes celestiales. Y a todos aquellos que, por expresar una opinión adversa, los estigmatiza con el calificativo de sicarios.
Perdón a quienes interpuso una demanda millonaria por el solo hecho de publicar un libro que recoge los negocios de su hermano Fabricio con el Estado.
Perdón a quienes, por levantar su voz, llamó terroristas, como si bajo sus ponchos escondieran todas las formas de destrucción y miedo.
Perdón a la memoria de los caídos el 30 de septiembre, muertos por la necedad y prepotencia de quien creyó que su sola presencia bastaría para calmar una asonada, transformada luego, por la majestad del poder, en intento de golpe de Estado. Y perdón a quienes, injustamente, aherrojó en una mazmorra bajo la acusación de ser conspiradores.
Perdón por hacer una consulta tramposa y una campaña desequilibrada, exenta de control y cargada de dispendios, bonos y dádivas.
Perdón a quienes se atrevieron a expresar su opinión con una palabra o una seña al paso de la caravana presidencial, y recibieron afrentas, golpes y cárcel por su osadía.
Perdón, en fin, a todos sus mandantes por concentrar en sí todos los poderes y haber ejercitado la transustanciación que lo convirtió de mandatario en mandamás; de presidente, en autócrata; de demócrata, en tirano.
FUENTE: http://www.eluniverso.com/2011/04/17/1/1363/cuaresma-perdon.html
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