Por Francisco Muñoz Jaramillo
El presente artículo aplica algunas categorías e interpretaciones -contenidas en la ponencia balance crítico del gobierno de correa[1]– y tiene por objetivo analizar las condiciones de conflicto social- político que se han manifestado en los meses de mayo, junio y julio de 2015, y que tienen su inicio en la evidente crisis económica[2] y decisiones de medidas asumidas por el gobierno de correa[3] para enfrentar la crisis.
Situación que ha provocado niveles importantes de conflicto entre los distintos intereses de fracciones de clase y grupos económicos del bloque en el poder, tensionando la unidad dominante y desatando al mismo tiempo el descontento popular, la movilización social y sindical y de ciudadanos y ciudadanas movilizados, sobre los que se pretende cargar el peso de la crisis; sectores sociales que se oponen al gobierno de correa y demandan rectificaciones políticas y económicas avizorándose una situación de grave conflicto en los próximos días que puede devenir en un cuadro de creciente inestabilidad y aguda situación política. Crisis económica circunstancial que vive el Ecuador, de otro lado que ha limitado el desarrollo del modelo económico y ha generado tensiones en torno al dominio político, cuestionando la fortaleza y autoridad política del liderazgo de Correa.
La dialéctica formulada por Gramsci – para comprender el Estado y el Régimen- entre hegemonía y coerción, de un lado y de otro, entre la tendencia regresiva y progresiva en la definición y decisión de política pública de estos regímenes bonapartistas, como el de Correa, constituyen claves interpretativas para examinar la coyuntura ecuatoriana de mayo y julio de 2015. Mencionadas proposiciones que comprenden la conducción del régimen bonapartista y/o cesarista; al respecto dice Gramsci: “…el ‘cesarismo’ o ‘bonapartismo’ es progresivo cuando su intervención ayuda a las fuerzas progresivas a triunfar aunque sea con ciertos compromisos y temperamentos limitativos de la victoria. es ‘regresivo’ cuando su intervención ayuda a triunfar a las fuerzas retrógradas…”[4] En la interpretación que se ha ensayado en la ponencia se ha concluido, que si bien el régimen de Correa en su política pública ha combinado estos dos aspectos, ha puesto énfasis de manera predomínate en las posiciones regresivas, dentro de las que se puede destacar: la ausencia de cambios estructurales prometidos, la mantención de la modalidad de acumulación capitalista a la que apenas pretende modernizarla; la vinculación comercial a través del tratado de libre comercio con la unión europea, la profundización de la monopolización y oligopolizacion de la economía, la exclusión permanente de las organizaciones sociales y sindicales, la coacción y represión a dirigentes sociales y periodistas, entre las principales; dejando en la sombra o limitando las posiciones progresivas; dentro de las cuales se pueden destacar: la modernización capitalista del estado y la economía, las referidas al impulso y desarrollo de obras de infraestructura-carreteras y cambio de matriz energética- como el gasto en la inversión social, así como también su política exterior en el cambiante contexto internacional de disputa hegemónica en la región y el mundo.
Simultáneamente ha marginado o aún reprimido, las posiciones progresivas, vinculadas con los movimientos sociales y las izquierdas que originaron el gobierno de correa en el 2006, las mismas que podían dar paso a un cambio estructural objetivo cumpliendo con los mandatos constitucionales que prohíben el acaparamiento de la tierra y el agua y limitan el extractivismo minero.
Esta manifiesta dinámica política del régimen que se sustenta en la mantención del tradicional patrón de acumulación, ha conducido a coincidencias entre las tendencias oligárquicas y las burguesas emergentes en el contexto de un nuevo ciclo de estructuración y modernización capitalista mundial. La lucha política en los años del correismo, en consecuencia, da cuenta precisamente del desenvolvimiento principal donde se impone la tendencia regresiva. interpretación de la coyuntura, que requiere adicionalmente examinar la tesis relacionada con “la hegemonía acorazada de coerción”[5], donde se puede observar en el periodo el déficit de capacidad hegemónica del correismo, que ha llevado a implementar de manera principal mecanismos de coerción, poniendo el énfasis en el aspecto autoritario del régimen.
Algunos elementos son necesarios destacar.
El conflicto de la escena política examinado hasta julio del presente año ha puesto de manifiesto la correlación y tensión de fuerzas entre fracciones dominantes que han discrepado y opuesto a las medidas anti crisis, evidenciando, por una lado, el conflicto entre el correismo, los intereses de facto y las fuerzas de derecha, es decir de aquellos intereses que efectiva y concretamente (sectores importadores, banqueros, exportadores, industriales, agrícolas y aquellos relacionados con el estractivismo: minería y petróleo) se han beneficiado de la gestión de correa, y han contribuido en el periodo al fortalecimiento de las tendencias regresivas del régimen.
Intereses y tendencias que abren el escenario y la posibilidad de resolver la crisis inmediata a través de posiciones retrogradas de la sociedad ecuatoriana desde posturas y relaciones geopolíticas regionales de carácter neoliberal. En el posible desenlace de la coyuntura se puede prever la configuración de un escenario electoral donde se confrontarían especialmente las representaciones de derecha y el correismo; o un panorama de franca inestabilidad política resultado del “empate estático” y la emergente falta de sustento social y político del régimen que llevaría al Ecuador a una situación crítica de manifiesta tensión entre dominantes y dominados a través de una eventual salida de hecho. Posibles escenarios que dependen en la coyuntura de la fuerza y tensión que se avizora como resultado de la marcha y paro nacional así como de la conducta del gobierno y de las fuerzas de derecha que aspiran a tener réditos electorales del enfrentamiento social-político anunciado.
Nudo principal del conflicto agudizado por el manifiesto déficit de hegemonía del oficialismo, quien se ha visto confrontado con la acción autónoma, organizada, espontánea y movilizada de las fuerzas sociales, sindicales e indígenas, lideradas por la CONAIE y el FUT, ligadas a las agrupaciones políticas de las izquierdas; sectores sociales que han convocado una serie de acciones de lucha en este mes de agosto: marcha, levantamiento indígena, paro nacional.
Se da pues en la coyuntura una disputa política estratégica fundamental con el propósito de dar continuidad a la modernización conservadora gestada en este periodo, por parte de las representaciones políticas de la derecha, por un lado y por otro, por parte de las expresiones sociales contra hegemónicas, que tienen como propósito dar un giro a la conducción política desde los interésese de estos sectores.
Encrucijada política del régimen correista que busca implementar en lo inmediato acciones estratégicas que combinen la fuerza del estatismo recuperada en el periodo a través de la forma intervencionista del estado y la del régimen bonapartista a través del liderazgo carismático populista y el autoritarismo; de tal manera de enfrentar y superar la situación conflictiva en la coyuntura. Aquí es donde se pone en juego el estado (su autonomía relativa y capacidades institucionales) y la sociedad expresada a través de los movimientos sociales y sindicales y los ciudadanos auto convocados y movilizados.
Conflicto y contradicción entre sociedad y estado– generado en esta fase de modernización- donde el correismo arbitra medidas para acumular fuerzas usando recursos de distinto tipo, como por caso movilizando el aparato institucional creado y consolidado en estos ocho años, entre los que se cuentan, principalmente, los gobernadores y tenientes políticos, los alcaldes y prefectos, así como las juntas parroquiales oficialistas, y los mecanismos y dispositivos organizativos de los ministerios y secretarias del ejecutivo que han sido convocados en estos últimos días para compartir y aplicar la mencionada estrategia .
Estrategia, sustentada en la modernización y disciplinan miento de la sociedad; que subestima, por otro lado, a la debilitada agrupación oficialista, Alianza País, y sus organizaciones sociales y sindicales paralelas, buscando así mismo recobrar el vigor político cuando se ha generado una situación de déficit de hegemonía, es decir, de capacidad de conducción ideológico cultural, evidenciándose ya una crisis de lealtad con el caudillo. Al mismo tiempo que la manifiesta imposibilidad de estructurar un partido o movimiento político hegemónico o predominante, que se pretendió hacerlo en el 2013, le conduce a contar con una representación débil y amorfa -como dice Gudynas- gelatinosa proveniente de los sectores sociales que no tienen capacidad de “auto representarse”, y que constituyen la base principal del bonapartismo populista de correa.
Es en este contexto que se da el llamado al dialogo, por parte del gobierno, como una coartada para ganar tiempo, y tratar de dividir a las agrupaciones sociales que enfrentan al oficialismo e implementar una estrategia de carácter estatista y autoritaria, propia de la dinámica del régimen político construido en estos años, y que tiene por objetivo imponer y derrotar al movimiento social; al mismo tiempo que saldar, sobretodo saldar, la unidad del bloque dominante, resquebrajado por la crisis económica, donde así mismo se manifiestan posiciones anti estatales pero neoliberales, que expresan y representan a sectores oligárquicos tradicionales ecuatorianos como a posiciones retrogradas, en el contexto de disputa política de la región por parte de la derecha; mencionadas posiciones que evidencian coincidencias con el tipo de modernización capitalista generado en este periodo.
Sin duda esta es una difícil encrucijada para el correismo, expuesta y explicada por las condiciones descritas, como por la situación de polarización de la escena –tantas veces implementada por Rafael Correa- que comprende la política como contienda entre amigos -enemigos,[6] polarización que nos puede llevar a circunstancias de violencia e instrumentación de medidas de carácter facistoide.
La fortaleza de la sociedad, de los movimientos sociales indígenas y sindicales, ciudadanos y ciudadanas, por otro lado, depende en este contexto de su despliegue autónomo en el enfrentamiento al régimen, capaz de deslindar posiciones, clara y explícitamente, con las fuerzas de derecha vinculadas con determinadas posiciones geopolíticas regionales, del mismo signo, que buscan utilizar la movilización social. Es decir depende de su legitimidad credibilidad y autenticidad tanto en la acción como en la propuesta para precisar las demandas a ser conquistadas en la coyuntura.
Su posibilidad tiene que ver así mismo con los efectos políticos que el desarrollo de la fuerza movilizada de las organizaciones sociales y ciudadanas, – de la fenomenal adhesión que se dará en estos días de la marcha nacional- y pueda entonces, generar situaciones críticas a distintos niveles, como por caso en la agrupación oficialista, Alianza País, la misma que puede tomar cuerpo en el resquebrajamiento político, que exprese la diferencia con el liderazgo y cúpula de Correa, y genere situaciones de correlación de fuerzas en la Asamblea Nacional (en la que ya se encuentran signos de desavenencia con determinadas políticas y acciones del régimen), como generar simpatía y apertura en distintos sectores institucionales.
Fortaleza que dependerá a su vez de la sabiduría política para utilizar el recurso del dialogo (el verdadero no el de la coartada correista) y la negociación como necesarios mecanismos para enfrentar al régimen y superar la actual coyuntura. Estamos frente a una batalla y no la guerra. La pertinencia en la acción- léase movilización- diálogo y negociación, es una clave para el desarrollo inmediato y mediato del movimiento social insurrecto y determinante para el futuro de la democracia en el Ecuador, donde la unidad democrática, el liderazgo y el proyecto de cambio de los movimientos sociales y las izquierdas es una clave.
Quito, 1 de agosto 2015
Referencias bibliográficas
Antonio Gramsci, Cartas de la Cárcel, citado por Balance Critico del Gobierno de Correa, Quito-Ecuador 2014
Notas sobre Maquiavelo y el Estado Moderno, citado en Balance Critico
Gudynas E, citado en Balance Critico, diciembre 2014, Quito Ecuador
Francisco Muñoz Jaramillo, en Balance Critico del Gobierno de Rafael Correa, Universidad Central, Quito-Ecuador, Dic. 2014.
Schmitt Carl: Teología Política, Editorial Trotta, Madrid España, 2009
[1] Balance Critico del Gobierno de Correa, Ponencia presentada al III Congreso de Sociología, Agosto 26-27–28 Agosto, 2015, Quito-Ecuador; síntesis del Libro del mismo nombre, Universidad Central, Dic. 2014, Quito
[2] Nota. donde se encuentran principalmente las siguientes manifestaciones: déficit del presupuesto del estado, disminución de los precios de petróleo en el mercado internacional, y apreciación del dólar
[3] Nota: como por caso la implementación de salvaguardias para limitar la importación de mercancías del exterior, la restricción del gasto presupuestario, que limita la contratación de servidores públicos, y la contribución estatal a la seguridad social para financiar las pensiones jubilares, el incremento así mismo del endeudamiento público, entre otras medidas
[4] Gramsci, Cartas de la Cárcel, citado por Balance Critico del Gobierno de Correa, Quito-Ecuador 2014
[5] Gramsci, Cuadernos de la cárcel 6, 88, Tomo 3, citado en Balance Critico, pag. 165
[6] Smicht, Teología Política, pág.…
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