Por Carlos Castro Riera
Las denuncias de Fernando Albericio ex rector de la Universidad Yachay Tech deben ser motivo de reflexión, análisis y evaluación del modelo de gestión del sistema de educación superior implementado en el país, y no reducirlas a una mera auditoría gubernamental para determinar la legalidad de los gastos.
Si la misión de Yachay Tech “es proporcionar un entorno internacional en el que la investigación, el aprendizaje, la tecnología y la actividad profesional sean valorados y apoyados, logrando así que el Ecuador se convierta en un centro de actividades interdisciplinarias en el campo de la investigación científica y de la ingeniería en América Latina”, deberíamos preguntarnos, y aquello ¿por qué no se podía conseguir fortaleciendo a las principales Universidades públicas ecuatorianas?
La respuesta solo puede encontrarse en el contexto de un régimen político que pretendió y pretende subordinar a las universidades y en general al sistema educativo a los objetivos políticos de un modelo tecnocrático modernizador del capitalismo cognitivo, y de abandono de los objetivos del régimen de desarrollo basado en el buen vivir.
El resultado final de ocho años de gestión universitaria ha sido la conformación de un sistema elitista de educación superior en cuyo marco se comprende la creación de universidades para élites estudiantiles y docentes favorecidos con las mejores y extraordinarias condiciones de estudio, infraestructuras educativas faraónicas, entornos urbanísticos artificiosos, jugosas becas al exterior, docentes con latisueldos de magnates y funcionarios universitarios que administran a distancia y con viáticos diarios de encanto.
Bajo esta concepción elitista se entiende la denuncia de contratación de “caza talentos”, para abastecer a Yachay Tech de decanos y jefes departamentales, lo que nos recuerda las concepciones y prácticas fascistas de captación de las élites y la búsqueda de la “aristocracia intelectual”, o del Darwinismo Social que justifica la imposición y supervivencia de “los más aptos”, los “mejores dotados”, los “fuertes sobre los débiles”, los mejores sobre los incapaces, los competentes sobre los incompetentes, los viables sobre los no viables.
Esta misma concepción elitista de la educación superior, está presente a la hora de filtrar a los “mejores” para que ingresen en la universidad al tiempo que se detectan a los estudiantes de los “grupos de alto rendimiento” para ser becados, mientras una masa de estudiantes deambulan desesperados buscando su ingreso a la universidad, cuyos hogares viven la frustración y angustia, de un sistema social y educativo que les condena a la exclusión.
En el ámbito de los docentes la concepción elitista ha conducido a desvalorizar a miles de profesores que sin ser másteres o PhDs, sin embargo por su fortaleza intelectual, educativa, cultural y experiencia docente han constituido la columna vertebral de las universidades, y que antes de ser reconocidos perciben remuneraciones discriminatorias.
Esta misma concepción elitista ha conducido también a copiar modelos educativos de países con realidades sociales y culturales muy diferentes a las nuestras y que por lo mismo no pueden ser referentes o paradigmas a seguir y que solo son espejismos a los que se trata de llegar en épocas de vacas gordas, por lo que ha llegado el tiempo de quitar los velos y evaluar la realidad del actual modelo educativo y apostar por el fortalecimiento de nuestras universidades históricas.
http://www.elmercurio.com.ec/490001-yachay-achachay/#.VcbRR51_NBd
Dejar una contestacion